A veces, las grandes inmersiones surgen de la improvisación. Mi intención era la de darme un garbeo por la Isla Baja y aprovechar para devolverle a Juan dos botellas que nos prestó para poder entrenar en el Fotosub de Sardina (muchas gracias otra vez Mister!!), pero, ya que estábamos por la zona apetecía un «buceo» (gracias Ludo por avisarme de la errata!) así que wassapeé a Juan un:
-qué tal un buceito en Garachico?
-Si, pero mejor quedamos en el muelle nuevo que vamos de barco.

A las 9:30 del domingo ya estaba en el muelle nuevo con todo listo y, cuando le pregunté a Moisés a dónde íbamos, me respondió que «al tubo». Genial… pero no traje linterna. (habría que tirar de las luces guía de los flashes)

El mar estaba buenísimo y hasta brillaba el sol así que había montado el objetivo ojo de pez y, nada más entrar en la cueva, se nos cruza una brota!  Como pude, le hice las fotitos de rigor. Avanzando por el tubo (habíamos entrado por la boca pequeña) me guiaba por las luces de Juan, Moisés y Javi. Los tres me llamaban casi al mismo tiempo para marcarme bichitos, muuuuchos bichitos, pero como con el angular no podía hacer fotos de cositas pequeñas iba disparando rápidamente y pasando al siguiente bicho, con la esperanza de que luego, en el recorte y edición posterior, se pudiera aprovechar alguna. Econtramos un extraño pez (Grammonus spp.) reptando por las paredes de la cueva, parecía una brota pero era de menor tamaño y color negro. Varios camarones y cangrejos después nos topamos de repente con «El Pana» que entraba  en la cueva con otro compañero, un breve saludo y a seguir, hasta que llegamos a la entrada de la cueva (la salida para nosotros)  donde nos esperaba un abade que se dejó querer un poquitín. A la salida, en los alrededores de la cueva aproveché para hacer alguna panorámica del entorno y tiramos luego hacia el arco para ver la burrera que no había visto la vez anterior que estuve por ahí.

La burrera resultó espectacular… Muchos burritos listados con varios abades, un pejeperro, una maría francisca, sargos, jureles, medergales… todo en el mismo punto bajo el imponente arco. No pude dedicarle más de tres minutos pues la burrera estaba a 33m y ya llevaba bastante «castigo» de deco así que cruzamos los dos arcos y «pa la última cueva». En la última cueva nos volvimos a topar con otra brota y algún cangrejo cornudo, pero el ordenador ya no paraba de pitar, así que tocaría ir al cabo ha cumplir religiosamente con las paradas de deco.

Una inmersión muy tranquila a la vez que completa de vida con grandes sorpresas y mejor compañía, con un remate final de cervecitas en la zodiac antes de poner rumbo de regreso «pal» muelle.