A veces uno logra cuadrar alguna inmersión de forma absolutamente improvisada y es entonces cuando suceden las «grandes cosas». Una tarde de esas en la que el día se despejó totalmente, un wassap de esos de «echamos un buceito» y una inmediata respuesta de «y porqué no?», así que como todo cuadraba, pillamos el equipo y «pal agua».

La idea era visitar a los caballitos,  morenas y antenarios de la zona para hacer algunos «retratos» probando así los nuevos encuadres que estoy logrando con con mi flamante nuevo visor de 45º (altamente recomendado desde YA).

Todo iba como de costumbre, yo haciendo fotitos mientras Adrián buscaba y buscaba, hasta que el sonajero empezó a decir «deja lo que estés haciendo y vente pa’ acá zumbando». En cuanto llegué Adrián me la estaba marcando con la linterna, era la famosa gamba mantis (pseudosquilla oculata) que tantas veces habíamos ansiado fotografiar.

La pillamos despistadilla en las inmediaciones de una cuevita y se mostró bastante esquiva al principio, algo agresiva luego y al final hasta empezó a acostumbrarse a nosotros. Son unos bichos MUY difíciles de ver y aun más de fotografiar, más aun por nuestras costas así que nuestra alegría fue mayúscula. Primero le hice alguna foto de cuerpo entero, por si se iba corriendo, para por lo menos así tener alguna prueba de haberla visto con la que poder alardear con los colegas. Terminada la «foto de control» pude empezar a ser un poco más creativo y logré alguna fotillo más simpática del bicho, eso sí, siempre con muchísimo cuidado pues es de muchos conocida la mala leche y asombrosa velocidad que tienen con sus poderosas pinzas. Más de un buen susto han dado ya a algunos submarinistas incautos.

El bicho parece feo feo, pero que muy feo, de lejos, pero luego, en las distancias cortas, te enamora con su mirada (casi como Adrián). Muchas gracias amigo por el talento que tienes para encontrar estas cositas y por querer compartirlas conmigo!!!

Una tarde de buceo improvisado y esta gran sorpresita… qué bueno vivir aquí!!!!