Lugar: La Virgen, Los Silos
Fecha: 16/1/2011

Profundidad Máxima: 17,3m

Hora de entrada: 10:06
Duración: 71min
Temperatura: 21ºC

Compañeros: Adrián, Juan, Javier y Sacha
(El Pana pasó a saludar pero como estaba aun tocado por la gripe no pudo acompañarnos: ¡recupérate de una vez y pal agua que está buenísima!)

Pues sí, la inmersión de «La Virgen» no nos deja de sorprender. Hoy se nos unió al «trío maracaibo» el amigo Javier que el trabajo lo había tenido muy liado.

– Javier, que te siga liando muchísimo el trabajo pero no los fines de semana que si no se te secan las bránqueas.

Juan se propuso, como en el circo, llegar un poco más allá del recorrido que estaba ya siendo habitual, así que me pidió muy discretamente que no me enrollara sacando fotos, cosa que luego resultó imposible pues hasta el más mínimo choco me hace pararme un ratico con la cámara. El objetivo era salir por el muellito y dirigirnos hacia «la ballena» a un veril que tenían localizado.

Nada más salir, nos topamos con unas lubinas, mi choco de todas las inmersiones pero Juan pegaba aleta pues sabía que hoy el recorrido era largo de narices. Llegando ya a nuestro objetivo empezaron a aparecerse los bichos. Primero un morenita, luego localizamos una cuevita con su pulpito cuidando huevas (parece que es época de cría). De repente se nos apareció un chucho negro de dimensiones considerables. Por supuesto yo fui el último en divisarlo, por regla general necesito que el compañero me haga un concierto de cascabeles, luego una seña de qué tengo que buscar y termine señalando en la dirección un rato largo como hace la escultura de Colón en Barcelona, vamos…

– Este Chucho no se me escapa, pensé y me puse a competir con él como si tuviese la más mínima posibilidad de darle caza, ¡pues sí! Creo que el chucho se dio la vuelta para ver qué carajo era aquella cosa gorda que le seguía y entonces pude dispararle algunas fotillos que he puesto al pie. Mi flash no es gran cosa, así que las fotos con sujetos a más de 2 metros me quedan muy azuladas, éste chucho se acercó mucho así que me quedó un poco «pitufín». El que entienda sobre la problemática de los flashes baratos en fotosub seguro que lo deja pasar.

Al regresar al grupo, muy muy muy jadeante y gastando aire como un loco tras dar tanta aleta, Javier nos mostró lo que parecen huevas de algo, si algún entendido en la materia sabe que qué carajo pueden ser, por favor que me cuelgue algún comentario que lo agradeceré profundamente (foto más abajo, cosas negras redondas con puntas). Sacándole fotos a las supuestas hueva otro chucho se tropezó con nosotros esta vez más cercano que el grandullón y terminó escapando por una pared vertical. Intenté seguirlo también hasta que el ordenador de buceo empezó a pitarme: Amigo buceador, cuidado con las subidas y bajadas repentinas (dientes de sierra) por que el dolor de cabeza después no te lo quita una simple aspirina.

Tomamos rumbo a casa, la media botella ya nos lo requería, y nos topamos con una sama roquera que primero huía, pero tras entrar en confianza se me acercó y pude retratarla. Consejo al fotosub principiante, algunos pescaitos son aun más curiosos que nosotros y si les das tiempo, y sólo si les das tiempo, entran en confianza.

Nos dirigimos luego a los picachos a saludar a la morenita que habíamos visto el día anterior batallando contra el ermitaño. Pues la morenita seguía ahí y otra vez el ermitaño lo no vi hasta llegar a casa. Por lo menos hemos podido ver que se han hecho amigos; esto parece Bob Esponja.

Saliendo de «los picachos» Juan y Javier nos mandaron una angelote al que también perseguí un poquito y pude capturar con mi compacta. Hablando de compacta, he colgado una fotos de un cuerpo cavernoso con reminiscencias fálicas que nos topamos en la arena, pongo la foto por si alguien lo echa en falta y quiere reclamarlo.

Se ve que sólo libra los sábados porque hoy domingo volvía a estar el Tamboril al igual que la pico pato que echamos de menos el día anterior. Esta vez, con poco aire y las pilas del flash ya muy gastadas pude hacerle un par de tomas decentes que también comparto con Ustedes.

De camino a la bocana, pegaditos por el arenal para evitar un poco la corredera, nos topamos con una aleta enterrada de angelote. Por el tamaño de la aleta ninguno se atrevió a acercarse tenía pinta de ser bastante grande. No hay foto pues mi botella estaba como las pilas de flash, en las últimas, e iba enganchado al regulador auxiliar de Adrián al que noté cierto gusto a «coco» (no sé con qué endulzaré este hombre el equipo).

Bueno, esto fue lo de hoy, que verán que no es poco. La inmersión de la Virgen compensa con «mucha vida» la cantidad de partículas en suspensión que nos dificulta la visión, me da que las dos cosas han de tener cierta relación.