A finales de año, Dácil se ofreció muy amablemente a enseñarnos las cuevas de Aguadulce (o las piscinas de los abrigos, como las llaman algunos) pero desafortunadamente la mar no acompañó en aquella ocasión y la inmersión resultó bastante floja. Como la mujer tenía la espinita clavada, y nosotros también, y además el parte metereológico prometía buena mar, aprovechamos para programar dos inmersiones de «infantería» en el sur con la temática de «cuevita va cuevita viene».

Primero tiramos para «El Balito», también conocido como «Mar Azul». El día espectacular de sol aunque batiendo un poco en costa por lo que las visitas a las dos cuevas (hermosísimas, por cierto) resultaron muy movidas y hasta un pelín peligrosas, por lo que no pudimos disfrutarlas al cien por cien; bien, tendremos que regresar!!!! Lo más curioso fue toparnos justo al final de la inmersión con un trompeta que se dejó fotografiar de lo lindo, incluso, el pobrecito chochó varias veces contra la cúpula; estaría malito, pero salió muy bien en las fotos.

Ya en Agua Dulce, y tras el almuerzo a pie de playa con una tremenda fideua de guía Michelín que se marcó la seña Dácil, nos dimos un bañito de relax. El día seguía de sol y no nos apetecía marcarnos ninguna prisa…

Esta vez sí que pudimos disfrutar de la cueva de Agua Dulce, aunque otra vez había bastante corriente dentro y nos llevamos algún que otro sustito sin la más mínima consecuencia, gracias a Dios. El sitio está muy bien para volver con más calma aún y no moverse de la cueva en toda la inmersión pues los contraluces son maravillosos. La repetiremos.

A la salida de la inmersión le improvisamos a Dácil una tartita sorpresa con muchas más velas que los años cumplía. Dácil: a ver si cuando cumplas los 43 de verdad podemos repetir un día como el de hoy que ha sido para recordar por mucho tiempo no sólo por el buen buceo sino, sobretodo, por las risas la magnífica compañía!!!