El día anterior había sido impresionante así que, a pesar de la lluvia que se nos venía encima, quisimos repetir inmersión en El Porís. Esta vez estuvo menos lucida. Nos extrañó ver dos arañas de hondura reposando muy cerca de la pared del muellito. De resto lo de siempre en el menú de este sitio, camarón trompudo, chupasangres y demás bichitos… Al salir nos cayó un palo de agua que nos endulzó completamente el traje. Ya empezamos a notar el frío de diciembre en nuestros cuerpitos, menos mal que con un par de garimbas y varias raciones de papas locas se nos quitó todo.