Hoy pudimos gozar como críos con una inmersión en el Porís repletísima de vida: varios pejepipa, una pareja de rubios, camarones para una paella de 20, los chupasangres de seba a elegir tamaño y colores, una cría de angelote, y lo más raro, una fabiana; de día es rarísimo encontráselas. Con tanta variedad lo único que nos falló fue una segunda botella para hacernos la consecutiva sobre la marcha. Volveríamos al día siguente.